Una micropyme textil de Junín dedicada a la fabricación y venta de ropa infantil y para preadolescentes atraviesa una situación límite tras ser alcanzada por un fallo laboral millonario y un embargo que paralizó por completo su actividad.
Se trata de Naranja Mandarina, una empresa con doce años de trayectoria, cuya socia mayoritaria advierte que la continuidad del negocio depende ahora de una decisión de la Suprema Corte bonaerense, a días del inicio de la feria judicial.
Un fallo que se multiplicó y dejó a la empresa sin margen
La historia de Naranja Mandarina es la de muchas pymes que lograron sostenerse a base de esfuerzo en un contexto económico adverso. Con un local en Junín y ventas en distintas localidades de la provincia de Buenos Aires, la empresa había conseguido mantenerse operativa hasta que un conflicto judicial cambió por completo su panorama.
La causa se inició en 2022, cuando un distribuidor de la marca, que trabajaba con la firma desde sus comienzos, consideró que había sido despedido y presentó una demanda. Aunque el conflicto tenía características comerciales, la Justicia lo encuadró como un litigio laboral y fijó una condena inicial de $ 14 millones, una suma ya significativa para una micropyme.
Con el avance del proceso, el monto se incrementó de manera exponencial por la aplicación del denominado “fallo Barrios”, una doctrina que establece responsabilidades e intereses agravados. Con una tasa del 6% y la incorporación de multas, la condena final trepó a $ 190 millones, una cifra absolutamente imposible de afrontar para la empresa.
A eso se sumó un embargo por $ 330 millones, muy por encima de la facturación anual de Naranja Mandarina, que dejó bloqueadas todas sus operaciones.
“El giro comercial está roto” y la espera de la Corte
“El giro comercial está roto. No podés cobrar, no podés pagar a proveedores ni a empleados, ni impuestos. Todos los cheques te vuelven”, explicó Mariana Cademartori, socia mayoritaria de la firma, al describir el impacto concreto del embargo.
La empresaria detalló que ya se vio obligada a suspender la próxima temporada y a frenar cualquier compromiso comercial. “Si nos agarra la feria de enero en esta situación, tenemos que concursarnos. No puedo asumir compromisos”, advirtió.
En ese contexto, la única expectativa está puesta en que la Corte Suprema de Justicia de la provincia de Buenos Aires acepte el recurso presentado antes del inicio de la feria judicial. De esa decisión depende, según remarca la propia empresa, evitar una quiebra que hoy aparece como un escenario inminente.
El caso de Naranja Mandarina también vuelve a poner en agenda el problema de la litigiosidad laboral, que en los últimos años creció de manera sostenida. Empresarios de distintos rubros advierten que este fenómeno impacta con especial dureza en las pymes, que no cuentan con espaldas financieras para afrontar indemnizaciones millonarias.
“Nuestra esperanza está puesta en que la Corte resuelva este absurdo, que la justicia laboral entienda que estamos hablando de una micropyme, no de un gran corporativo. Si no, la quiebra será inevitable”, concluyó Cademartori.






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