«Fue una pesadilla, una película de terror». Con esas palabras, la víctima de un brutal asalto en un barrio privado de Junín describió el infierno que vivió cuando tres delincuentes armados irrumpieron en su casa mientras dormía junto a su pareja. Pero el horror no terminó cuando los ladrones escaparon: esa noche revivió el trauma más doloroso de su vida.
Hace 17 años, en su antiguo hogar, la historia fue aún más trágica. «Entraron a robar de la misma forma y mataron a mi papá. Mi mamá se salvó.

El asalto: violencia, amenazas y un trauma reactivado
La madrugada de este jueves, tres delincuentes encapuchados y armados irrumpieron en la casa de la mujer y su pareja. La noche transcurría con normalidad hasta que, de repente, los gritos, las luces de un reflector y el frío cañón de las armas rompieron la tranquilidad.
«Nos acostamos temprano ese miércoles a la noche, estábamos dormidos y nos despiertan violentamente tres tipos encapuchados que entran corriendo a la habitación, alumbrándonos con un reflector, apuntándonos con armas, gritándonos que nos quedemos quietos, que no nos movamos», relató la víctima, que trabaja en la justicia.

El terror fue inmediato. «Nos apuntaban con un arma larga y armas cortas. No entendíamos qué pasaba, gritábamos. Nos ponen violentamente boca abajo en la cama y le pegan a Facundo para que le demos el arma y la caja de seguridad», dijo.
La pareja intentó explicar que no tenía caja fuerte ni armas, pero la violencia no cesaba. «Le pegaron con el arma para que hable. Todo era muy violento, nos amenazaban, nos gritaban. Estábamos atados de pies y manos y empezaron a querer pegar para que hablemos, para que digamos dónde estaba la plata», recordó con angustia.
El nivel de agresividad y desesperación de los delincuentes hacía temer lo peor. «Nos querían tirar bala para que habláramos. Ahí yo les pedía que se calmen, que por favor no nos maten, que no le hagan nada a él. Les pedía que me escucharan, que no nos maten», afirmó
Mientras dos de los delincuentes revolvían la casa en busca de dinero y objetos de valor, el tercero los mantenía sometidos y apuntados. «Nos gritaban, nos apuntaban en todo momento. Me decía constantemente que no me iban a violar, uno me repetía siempre eso… pero fue una eternidad«, señaló.
El botín y la impunidad de los delincuentes
Tras unos 15 o 20 minutos dentro de la vivienda, los delincuentes lograron encontrar dinero y objetos de valor.
«Nos llevaron todo: muchas zapatillas de marca nuevas, alrededor de 12 relojes de mujer, todos de mucho valor, algo de ropa, muchas alhajas de oro y mucho dinero en dólares. Era mucha plata, una suma muy importante, también en pesos«, detalló.

La pareja quedó atada y aterrorizada, temiendo que los delincuentes volvieran o que la pesadilla no terminara ahí. Cuando finalmente lograron desatarse, la mujer fue la primera en reaccionar.
«Cuando se fueron y pude desatarme una mano, di aviso a la seguridad del barrio, porque no se llevaron los celulares«, afirmó.
Uno de los datos que más alarma generó entre los investigadores es que los delincuentes parecían estar organizados y contar con apoyo externo.
«Entre ellos hablaban con handy con alguien que estaba afuera esperándolos«, aseguró.
Esa coordinación sugiere que no se trataba de ladrones improvisados, sino de una banda que sabía cómo moverse sin dejar rastros.
La herida que nunca cerró: el dolor de revivir un crimen familiar
Lo más devastador para la víctima no fue solo la violencia del asalto, sino el recuerdo que despertó.
Hace 17 años, su familia sufrió un robo similar, pero con un desenlace aún más trágico.
«Hace casi 17 años, en mi casa en un pueblo tranquilo, entraron a robar de la misma forma y mataron a mi papá. Mi mamá se salvó«, contó.
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La sensación de impotencia, el miedo de no saber si iba a salir con vida y la violencia con la que actuaron los delincuentes la transportaron a un pasado que creía enterrado.






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