La apertura del 153° período de sesiones ordinarias en la Legislatura bonaerense no fue un acto más en el calendario político de Axel Kicillof. Fue, en cambio, un discurso de fuerte contenido político, en el que el gobernador se erigió como el principal adversario del presidente Javier Milei, con una retórica que combinó denuncia, resistencia y una reafirmación de su modelo de gestión.
Desde el inicio, Kicillof dejó en claro el tono que marcaría su intervención. No fue un discurso técnico ni administrativo, sino una pieza de alto voltaje político, dirigida tanto a la audiencia legislativa como a la opinión pública. Su blanco quedó claro: el Gobierno nacional y sus políticas de ajuste.

Un choque frontal con Milei con la mira en 2027
Kicillof no solo criticó la gestión de Milei, sino que lo acusó de atentar contra la democracia y la institucionalidad, al recordar el episodio en el que el presidente sugirió, a través de redes sociales, la intervención de la provincia.
«Recientemente vivimos un hecho de inédita gravedad institucional que no podemos pasar por alto: el presidente amenazó con intervenir la Provincia y pretendió echar a este Gobernador por redes sociales», lanzó con dureza.
La disputa no es nueva, pero Kicillof le agregó una nueva dimensión: la de la resistencia activa. Lejos de presentar su gobierno como una gestión aislada de la Nación, se posicionó como un “escudo” frente a lo que describió como un intento de desintegración del Estado.
«La deserción del Gobierno nacional no es solo una cuestión económica o administrativa, es también un proyecto de desintegración: el presidente no solo busca achicar el Estado, quiere desintegrarlo y desmantelar a la comunidad para debilitarnos», disparó el gobernador, reforzando la idea de que su administración será un bastión de contención ante el ajuste.
El gobernador intentó construir una contraposición clara: el modelo de ajuste y motosierra de Milei contra su modelo de inversión y protección social. En materia de seguridad, por ejemplo, defendió el rol del Estado y anunció una inversión de $170.000 millones, con más patrulleros, un fondo municipal para los distritos y la instalación de nuevas bases en los barrios.
«La seguridad no se resuelve con soluciones simplistas ni con discursos de campaña, sino con políticas efectivas y con un Estado presente: con inversión, aplicando de manera inflexible la ley, pero también garantizando una mayor justicia social y más oportunidades de futuro para los jóvenes», afirmó.
El mismo esquema utilizó para la educación y la salud, dos áreas en las que reforzó la idea de una Provincia que se expande y construye, mientras Nación recorta y paraliza.
«El derecho a la educación fue, es y será una prioridad central para nuestro gobierno: durante este año vamos a inaugurar 50 escuelas con recursos provinciales, escuelas que no se construyen con motosierra, sino con trabajo», enfatizó, dejando en claro el mensaje.
El factor electoral y el desafío legislativo
Otro aspecto clave del discurso fue el pedido de celeridad a la Legislatura para definir el futuro de las PASO. Kicillof dejó entrever su postura, aunque sin una definición contundente: «Entiendo que, dado el contexto, los argumentos en favor de suspender las PASO son más que razonables».






Deja un comentario