Por Carlos Mansur (*)

El debate por el intento de expulsión de cinco diputados nacionales de la UCR, bajo el pretexto de que votaron para sostener el veto presidencial del financiamiento universitario, no es más que eso, un pretexto, un invento, una excusa, para decirlo de una manera elegante. Es el síntoma de una enfermedad que viene padeciendo el radicalismo.

En la política argentina muchos se equivocan, se sobrevalúan, intentan dominar, imponer y someter a otros, a pesar de que las diferencias ideológicas, metodológicas y de estilo son absolutamente opuestas. El caso del radicalismo es un caso testigo de un intento de utilización política de determinadas personas, que están bien lejos de cualquier fe militante o identificación ideológica o doctrinaria. Son directamente un grupo de personas que quieren utilizar a nuestro centenario partido como vehículo para el beneficio propio y el acceso al poder.

Leé también: De «incitan a la violencia» a «no dejan de ser verdad»: las repercusiones en el arco político de Junín tras las declaraciones de Javier Milei sobre Cristina Kirchner

Poniéndole nombre y apellido a las cosas, me refiero clara y directamente a Martín Lousteau, Emiliano Yacobitti, a quienes últimamente se les ha sumado, tristemente, Facundo Manes.

El problema no solo se ciñe al intento de expulsarlos. Este grupo de “mercantilistas”, bien amenaza con dividir y fracturar el bloque de diputados nacionales de la Unión Cívica Radical. Lo más triste es que no tienen altura moral para juzgar a nadie. Su objetivo es romper la UCR, y lo vengo denunciando hace rato. Ojo, esto no exonera a los impresentables que votan cualquier cosa. Pero acá el paradigma es muy claro: o se mantiene unida la UCR o tiende a su extinción.

Leé también: El Gobierno anunció la disolución de la AFIP y hay preocupación en Junín por la posible pérdida de empleo

Martín Lousteau se convirtió en el político con imagen negativa más grande gracias a su deambular permanente por sectores que le brinden negocios. O sea, algo que le criticó a Mauricio Macri es lo que él hace ahora. El tema es que el «chanta» cree que todos son de su misma condición.

La unidad sin dudas es lo que necesita el radicalismo. Pero estos sectores mezquinos y minoritarios han mostrado, por ejemplo, como lo fue en el caso de la interna de la provincia de Buenos Aires, que están bien lejos de querer fortalecer al partido y bien cerca de querer apoderarse del radicalismo para sus objetivos personales y como grupo.

Visto desde esa perspectiva, la fisura y la fractura en el radicalismo va a persistir, por lo tanto, sería preferible que estos personeros de los “negociados” se vayan, creen su propio partido, tengan su propio sello y hagan su política mercantilista sin que nadie los señale. Ellos amenazan con la fractura, avizoran la disolución y anticipan el caos, pero nosotros les decimos, como dijo el poeta ítalo-argentino: «Tú crees que me matas, yo creo que te suicidas».

(*) Presidente de la UCR de Junín.

Una respuesta a “La fractura en el radicalismo: «No tienen altura moral para juzgar a nadie»”

Deja un comentario

Tendencias