La parálisis de la obra del paso bajo nivel de Rivadavia y las vías del tren es una herida abierta, no sólo porque divide -y aparta- a dos amplios sectores de la ciudad, sino, antes bien, porque expone las marchas y contramarchas de la política vernácula, que no hacen otra cosa que detener el desarrollo y la mejora de la calidad de vida de los juninenses.  

Un gobierno en decadencia (decadente), con una economía en terapia intensiva, donde se es pobre, incluso, trabajando -¿Hay mayor afrenta para un gobierno peronista?- emprende una mega obra que, tras una audiencia pública y modificaciones al proyecto original, es autorizada por el municipio.

Pese a las dudas que sobrevolaron el proyecto desde el comienzo y las advertencias de vecinos y comerciantes sobre el grave perjuicio económico que ocasionaría el corte del tránsito, la iniciativa siguió adelante, cargada de una ampulosidad y una euforia ciegas, con visitas de funcionarios nacionales, fotos y más fotos en las redes sociales y hasta la pomposa inauguración de una pasarela metálica; sí, una pasarela metálica ¿Servirá ahora para asomarse al abismo de una obra inconclusa?

Crece la bronca vecinal por la parálisis de la obra y la inacción de los distintos estamentos del Estado.

El meonismo apuntó al municipio por ralentizar el inicio de la obra con fines políticos («fue el único paso a nivel del país que tuvo una audiencia pública», cuestionaron); y el petrequismo criticó el incumplimiento de los plazos previstos para la ejecución de los trabajos («tendría que haber estado terminada a fines del año pasado», punzaron).

Edición Noroeste reveló –en exclusiva- que, lejos del 40% de avance al cual adscribían tanto funcionarios del municipio como de la oposición, los trabajos registran un avance inferior al 20 por ciento, según confirmaron a este medio digital fuentes de ADIF.

«El proyecto se encuentra ahora estancado en un nuevo entuerto: abrir o no el tránsito».

Con todo, el proyecto se encuentra ahora estancado en un nuevo entuerto: abrir o no el tránsito. Como en un paso de comedia (negra), abrir el tránsito significaría tapar con tierra –enterrar definitivamente el proyecto puente bajo nivel- lo hecho hasta el momento y desandar el camino iniciado, con una inversión que supera los cien millones de pesos.

Es que, como advirtieron fuentes del municipio a Edición Noroeste, habría que reconstruir todos los sistemas mecanizados de señales y barreras, que fueron desmantelados para la construcción del puente bajo nivel. Con un dato clave: la CNRT dio de baja el paso a nivel en el sistema nacional de pasos a nivel, por lo que para rehabilitar el tránsito se necesita una nueva autorización, que podría demandar largos meses.

En este contexto, el Concejo Deliberante armó una comisión (¿qué decía Perón sobre las comisiones?) y aprobó un pedido para que la ADIF informe qué nivel de avance presenta la obra.

Recapitulando, con una dirigencia que, en contadas ocasiones, se basa solo en apetencias personales y en el rédito político inmediato, la obra del paso a nivel tiene, por ahora, muchas dudas y una sola certeza: los vecinos sienten que la política les da la espalda.

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