El director de cine, guionista, actor y escritor Sebastián De Caro, que acaba de finalizar su programa de radio en Vorterix, Una casa con diez chinos, continúa presentando y difundiendo su segunda novela, “La flor más falsa del mundo” (Penguin Random House), una puerta de acceso a una trama con las mejores características de la ficción pero que también permite acercarse al hombre detrás de las múltiples facetas de la vida pública.
Por Florencia Baez Damiano
Sebastián De Caro se reinventa una vez más; en clave ficción presenta su segundo libro “La flor más falsa de todas” (Penguin Random House). Ritmo y atracción en una prosa encriptada en la virtualidad que nos rodea. De hecho, en el comienzo de la novela, De Caro sostiene: “Siempre alguien cree saberlo todo de nosotros, detrás de cada uno hay una leyenda negra”. Es que la cuestión de la alienación que instauran los algoritmos en las redes sociales y el desdibujamiento de la propia identidad son los tópicos centrales y las preguntas que se plantea el actor de Todos contra Juan.
La creación de una red social, Londa, determina y se apodera de la existencia de un grupo de amigos, quienes comparten sus percepciones literarias, pensamientos, lecturas, escritos y constituyen La Logia Análoga. Se reunían en Bateman, un bar del barrio Belgrano, y fundaron la página literaria que publicó los primeros textos de Remo, el personaje central de la historia.
Esta aplicación para celulares -creada por Bobby Atkins, un ex estudiante de matemática aplicada- propone un nuevo modo de relacionarse a partir del cual el usuario queda subsumido cada vez más en las sugerencias que le realiza el programa: desde los amigos con quienes relacionarse hasta saber a quién amar, odiar, hablar. Una situación asfixiante que consiste en “ser esclavos de mensajes de texto enviados por el motor del algoritmo que se relaciona por simpatía con otros perfiles”.
Joaquín recibe un llamado inesperado que anuncia la muerte de un amigo –Remo- con el que compartió su infancia y adolescencia. Desde ese momento, las causas confusas de su muerte lo involucran en los escritos de Remo: apuntes, notas, relatos y una novela inconclusa, que se constituyen en testigos de las huellas de una vida marcada por la adicción “a la novedad, a la intensidad y a pensar. Un cóctel imposible de tolerar”.
La posibilidad de que los responsables del suicidio de Remo sean los enemigos virtuales de perfiles creados azarosamente por esta aplicación se mantiene durante todo el relato e instaura una concepción de escritura y desciframiento de significados escritos en la desesperación de querer manifestar algo. La escritura se da así en una situación de peligro y persecución permanente, que lleva a Remo a una búsqueda incesante de respuestas en un escenario hostil.El estilo en el que está escrita la novela experimenta -a través de interpelaciones, oraciones breves pero intensas, intertextualidades y recorridos filosóficos- la misma sensación de encierro, abismo y soledad que vivencia el personaje.
En este sentido, la escritura que propone el autor manifiesta el ritmo y la fragmentación presentes en los registros digitales, y conjuga distintos géneros cercanos a la oralidad.Las miserias comunes de las redes sociales y el vacío existencial al que queda expuesto Remo tejen una trama en la cual lo efímero y el agobio de la deshumanización conllevan inevitablemente a la muerte, “un asunto solitario, quizás el último acto de coherencia que podamos dejar para nuestros testigos”.
Sin caer en los clichés y en los prejuicios morales de lo virtual, De Caro cuestiona y da respuestas sobre un fenómeno tan actual como inquietante, en el cual la atracción que generan las verdades programadas conspiran contra la posibilidad de pensar sin certezas, acaso la única forma de mantenerse a salvo.