
«Dios está en los detalles.» Con esa frase de Vladimir Nabokov, la destacada escritora oriunda de Junín Sylvia Iparraguirre abrió la presentación de su último libro, «Del día y de la noche», una serie de textos breves, donde entre evocaciones familiares, vocación por el detalle y una apelación a la intertextualidad, la autora de «La tierra del fuego» da vuelta las páginas de una suerte de diario privado.
«Hay detalles que iluminan a los personajes», aseveró Iparraguirre, que estuvo acompañada en la mesa por las profesoras Florencia Baez Damiano y Silvia Biancardi, que presentaron su obra y luego le hicieron preguntas a la destacada narradora.
Es que el libro hace un recorrido, casi permanente, de la periferia al centro, una ética y una estética minimalista –pese a lo excelso y por momento complejo de su lenguaje-, que posa la lente sobre los detalles en apariencia insignificantes, pero que luego resultan reveladores.
En palabras de la autora, este libro «no es una ficción, como ‘La tierra del fuego’ o ‘La Orfandad’», sino «textos breves y heterogéneos, un diario íntimo e imaginario», donde también está presente el humor. «La verdad no está completa sin el humor; el humor desacraliza», afirmó.
Sobre el riesgo de la publicación de textos de corte intimista, dijo que es «un borde peligroso», pero que asumió que «un libro no le gusta a todo el mundo». Y agregó: La gente no quiere escribir, quiere publicar ya y ganar plata, una cuestión vinculada al éxito, algo que desaconsejo».
«La infancia es la patria del escritor», dijo, citando a Rilke, y añadió que es «inagotable». En efecto, los primeros años de su vida en Junín aparecen en algunos de estos textos, como cuando hizo referencia a Acuña, el Gardel del circo Papelito.