
Por Sebastián Martino
Es probable que la tan trillada frase de Borges le pudiera haber cabido aún mejor a Luis B. Negreti. Aunque hoy suene temerario, se podría afirmar que Luis B. Negreti no fue feliz. Y tal vez ni siguiera haya estado cerca de serlo. Pobre, desdichado, lumpen, sus desventuras fueron plasmadas en no pocos de sus versos.
Y yo que a cuestas voy con mis dolores
como aquel otro con la Cruz siniestra,
no encontré un corazón que me dijera
-Esta es tu casa, ¡entra!
Escribía con melancolía sobre una Junín gris a la que veía arrollada por el progreso. Y en esas descripciones no exaltaba las virtudes de su tierra (si es que las tenía). Es cierto que escribió un “Himno a Junín” pero, en general, la suya era, más bien, una perspectiva recelosa respecto de estos pagos.
Resulta curioso que la pluma tal vez más representativa del pasado de esta ciudad, sea la de alguien que la miraba con reproches.
Reniego de este barrio, progresista y vacío,
porque ya no es el mismo, porque ya no es el mío,
porque ya no merece mi homenaje de amor.
Cercado por la pobreza y con alguna botella siempre a mano –como una aliada en el afán de mitigar sus desdichas– se empeñaba en remarcar las inequidades sociales. Más aún: su poemario abunda en denuncias sobre la forma en que los ricos refriegan su riqueza en la cara de los más desposeídos.
Joyas y encajes, ¡Falsos oropeles!
El lujo es todo, para cierta gente
El entorno de carencias en el que vivía era, a la vez, uno de los combustibles de su escritura. Se ¿ganaba? la vida a veces como pintor de brocha gorda y, según cuenta la escritora Imelde Sanz, algunos conocidos le pedían a Negreti que escribiera cartas a sus novias o pretendientes, cosa que hacía a cambio de cajas de vino.
Su vida de poeta bohemio fue autorretratada en varias rimas suyas.
Mi verso es un bohemio impenitente
que malgasta su lírica fortuna
con aires de señor omnipresente
en locas francachelas con la luna
El desamor también fue un tema recurrente en su producción literaria. Esas apelaciones “dedicados a una / que ni quiere leerlos”, se repiten de diferentes maneras en muchas de sus composiciones.
En 1929 se publicó el libro “Mi ventana que da sobre la vida”, por iniciativa de la revista Bases. También se editó una obra póstuma, “Sencillamente”, que fue prologada por Leopoldo Lugones.
Falleció el 4 de julio de 1936.
Más allá de cualquier biografía, tal vez la mejor semblanza sobre Negreti la haya escrito él mismo, en su poema “Por las calles del pueblo”:
Cuando todas las tardes
a pesar del invierno,
voy cruzando las calles
polvorosas del pueblo;
cierta gente murmura
de mi traje modesto,
de mi larga melena,
de mi negro pañuelo,
y las alas tan anchas
de mi viejo chambergo.
Y yo escucho que dicen
con desdén altanero:
“Es un pobre muchacho
que le da por los versos,
que se pasa las noches
componiendo sonetos,
que después aparecen
en los diarios del pueblo,
dedicados a una
que ni quiere leerlos”.
Yo prosigo mi viaje
sin sentirme molesto,
con el triste bagaje
de mis pobres ensueños,
y al pensar en mi crimen
de escribir malos versos,
de vestir como visto,
de pensar como pienso,
me da mucha tristeza
de pasear por el pueblo.